Antonis Samarakis.
9° de mis #librosen2024. «El fallo», escrito en 1965 por Antonis Samarakis y publicado en España en 2023 por Trotalibros.
Traducción de Rufino Cuesta Moreno y Margarita Ramírez-Montesinos.
2.337 #páginasleídasen2024.
Jan Arimany (Trotalibros) y José Carlos Rodrigo (Literatura Instantánea) son un editor y un escritor que, una vez al mes, se juntan para hablar de literatura y compartir con nosotros, mortales (porque a su lado no somos más que mortales), sus interesantes y enriquecedoras reflexiones. Lo hacen en el podcast «El café de Mendel», y en las dos horas que dura cada episodio aparecen una cantidad de autores y libros que angustia e ilusiona, y empuja a leer, leer y seguir leyendo.
Es gracias a ellos que he entrado en una nueva fase como lector, y os cuento: Abrí mi primer libro en 1983, y las colecciones de El barco de vapor y La máquina del tiempo me iniciaron en esta mágica actividad. Aquellas primeras lecturas, las iniciáticas, dieron paso a las de mi adiós a la adolescencia de la mano de Orwell, Bradbury o Poe. A estas, las agitadoras, les siguieron las maduras, ya en mis treinta, con Vargas Llosa, Dostoievski o Sōseki. Y ahora, más o menos desde que sigo a Arimany y Rodrigo, ya acercándome al medio siglo, estoy en un punto en el que busco lecturas trascendentales; que compaginaré, claro, con todo tipo de literatura, pero que me empujen y me exijan —de vez en cuando— un poco más, que vayan más allá de una buena historia.
El otro día les pregunté (sí, puedes mandarles preguntas) por un primer libro que leer de Trotalibros, la editorial de Jan, y me recomendaron «El fallo». Y, claro, fue un acierto, porque esta obra del escritor griego Antonis Samarakis es una historia cargada de puntos de vista que te tiene en vela y te descubre, poco a poco, por dónde va la trama. Pero es, también, una narración que lleva a sus protagonistas a un punto (qué final tiene, ¡qué final!) en el que afloran unos conflictos que son los que la llevan más allá, los que hacen entrever ese «algo» subterráneo que la convierte en trascendental. Es un experimento literario que me ha recordado a otras obras como «Sostiene Pereira» o «1984» en cuanto a la técnica narrativa y a la crítica de sociedades totalitarias, y es una prosa ágil y accesible con elementos como esas cinco de la mañana que sabes que van a llegar y que esperas con angustia e ilusión durante todo el texto.
Y volvemos a la angustia y a la ilusión, y regresamos al placer de leer, de buscar libros que te remuevan, que te atraviesen, que te impregnen, a lecturas gratificantes y trascendentales, a literatura con mayúsculas.