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George Orwell.

7° de mis #librosen2020: «1984», escrito en 1949 por George Orwell y publicado por Destino en esta edición de 2003.
2.174 #páginasleídasen2020.

Entre los veinte y los veinticinco años disfruté de varias lecturas con analogías entre ellas. Me gusta llamarlas lecturas agitadoras. Mis amigos y yo, arrastrando un desencanto alentado por el compromiso con el cambio, por no querer parecernos a nuestros padres de mayores ni a nuestros vecinos de clase media-alta, pero disfrutando de los beneficios económicos y el bienestar derivados de la posición social de nuestras propias familias, nos zambullimos en autores como Orwell, Huxley, Bradbury o Bukowsky. Ahora, casi veinticinco años después, he vuelto a leer esta fantástica joya que es 1984, y me sigue pareciendo un gran libro. No me ha agitado como entonces, pero tampoco tenía por qué, acercándome ya a los cuarenta y cuatro años.
Se trata de una inquietante y terrorífica distopía en la que el mundo está dividido en tres super potencias inmersas en una guerra que ninguna puede —ni quiere— ganar. Es «como la lucha entre ciertos rumiantes cuyos cuernos están colocados de tal manera que no puedan herirse», y les sirve, porque tener un enemigo invencible es necesario para mantener un estatus y suficiente para no dar pie a una alternativa. Esta sociedad que Orwell describe tan magistralmente es una mezcla de dos de los peores regímenes que ha conocido el hombre, el comunismo y el fascismo, y que en los años cuarenta ya habían mostrado sus despiadadas caras. El protagonista, Winston Smith, es un ciudadano más que empieza a tener nostalgia de un pasado mejor (beatus ille) y que comete el revolucionario acto de pensar de forma crítica —«Si hay esperanza está en los proles»— en una sociedad en la que el dogma y el pensamiento único dominan mediante invenciones como el Gran Hermano, los dos minutos de odio o el «doblepensar», y falsean el pasado con la eliminación de acontecimientos y personas, y con la reescritura de libros.
Es un libro inteligente, necesario y duro que he vuelto a leer porque volver a Orwell es siempre un placer y porque mi amigo Oliva iba a hacerlo por primera vez y me dije, ¡hagámoslo con él!
Ahí están los dos ejemplares junticos viajando en tren por el norte de Inglaterra.

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