Saltar al contenido

La transmigración.

Juan Jacinto Muñoz-Rengel.

16° de mis #librosen2025. «La transmigración», escrito en 2025 por Juan Jacinto Muñoz-Rengel y publicado por AdN Novelas.
3.572 #páginasleídasen2025.

Mi maestro publica novela y eso es, siempre, una alegría para el mundo editorial y los lectores. Porque mi maestro, Juan Jacinto Muñoz-Rengel, director de la Escuela de Imaginadores, regala creatividad en todo lo que escribe, como en cada clase que conduce, y en cada palabra que te dirige para que lo que tú estás escribiendo valga también la pena.

«La transmigración» es un libro sobre el cuerpo, sobre desmayarte y aparecer en uno ajeno, en otro lugar; acaso en otro país, con otra edad y otro género. Y este nuevo cuerpo tiene, quizás, otra casa, otros amigos, otras enfermedades. Y el mundo es un caos porque el fenómeno ha ocurrido en cada uno de sus rincones. Y la civilización se desmorona. Y la gente se muere porque, ¿y si un bebé de meses despierta en el cuerpo de una mujer de cincuenta años? ¿y si un carnicero lo hace a los mandos de un avión? También es un libro sobre el cambio. Porque un acontecimiento traumático cambia a la gente, para bien y para mal, y los empuja a adaptarse.

El cuerpo y el cambio, dos temazos literarios.

Pero nosotros, tú y yo, nuestros cuerpos y nuestras almas, también somos capaces de sobrevivir —como Marta, Chema o el doctor Garrigues, protagonistas de esta historia coral—, y de resistir; de ayudar a los impedidos y salvaguardar todo aquello que hace que la vida perdure, que la sociedad se recupere. No es fácil, pero se puede, y ahí está el conflicto, la novela, la magia.

Y me siento afortunado, porque me acerco a Juan Jacinto como lector y como alumno, y el saber que me ha transmitido durante años me ayuda a analizar el porqué de cada palabra, de cada punto que pone o quita, y de cada decisión que toma. Porque Juan Jacinto es especialista en decir la frase exacta, en colocar la pistola de Chéjov justo donde conviene para que sirva a la historia unas páginas más adelante. Lo leo, aprendo, y disfruto. Y me siento cuidado porque sabe tratar al lector con esmero, dejándole deshacer la madeja, elucubrar en cada vuelta de página, y confirmando (o no) sus propias hipótesis. No se me ocurre mejor forma de ser escritor. Gracias, maestro, seguiremos leyéndote y continuaremos aprendiendo de ti.