László Krasznahorkai.
16° de mis #librosen2024. «Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río», escrito en 2003 por László Krasznahorkai y publicado en 2005 por la editorial Acantilado.
Traducción de Adan Kovacsics.
3.852 #páginasleídasen2024.
Qué pedazo de libro. Que forma de escribir. Y qué tres o cuatro incógnitas y sorpresas formales me llevo. También ser un gran escritor es esto: encerrar en menos de ciento cincuenta páginas un altísimo artilugio literario cuando la historia se podría haber contado en diez. Porque la alta literatura, cada vez lo tengo más claro, es aquella que pone el foco en la forma, y utiliza la historia como pretexto. Las historias, casi todas, ya están contadas, y la diferencia, siempre, está en cómo se cuentan.
«Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río» —ya el título es acojonante—, es la búsqueda de un jardín —y, quizás, de un infinito— por parte del nieto del príncipe Genji (el protagonista de Genji Monogatari, una novela japonesa de principios del siglo XI considerada por muchos como la más antigua de la historia) Ocurre ahora, diez siglos después (incógnita), con trenes y borrachos (incógnita), en un templo de Kioto al que llegamos en las primeras páginas. Y ocurre junto al suelo que pisa el protagonista, los pilares que soportan el techo del templo que esconde el jardín que busca, el tiempo que lo ha visto ser construido y consumido, la vegetación y la fauna que lo rodea, y el aire que respiran y acaricia a todos. Y entre ellos se relacionan, sin prisa, al más puro estilo japonés de finales del XIX y no al de un húngaro de principios del XXI; un húngaro escribiendo como un japonés, contándonos lo que sea que nos quiera contar reflejado tanto en las reflexiones de un hombre lleno de inquietudes filosóficas como en las del humo inerte de un palito de incienso. Esto es alta literatura.
Leed este libro, de verdad. No es muy largo aunque tampoco fácil, pero confiad en Krasznahorkai. Y en los capítulos del vuelo del polen, las esporas del musgo y las cifras arábigas, acordaos de mí, por favor.
PD.1. Vaya panda de escritores hay en el este de Europa.
PD 2. ¿Alguien me puede decir dónde fue a parar el capítulo 1?
PD 3. Al también difícil y extraordinario director de cine húngaro Béla Tarr, le encanta este escritor. Acudid a sus pelis, tampoco fáciles, y lo veréis.