Saltar al contenido

La mano izquierda de la oscuridad.

Ursula K. Le Guin.

8° de mis #librosen2019: «La mano izquierda de la oscuridad» de Ursula K Le Guin. Publicado inicialmente en 1969 y en 2009 en esta edición de Clásicos Minotauro.
2780 #páginasleídasen2019.

Comparaba mis dos últimas lecturas de ciencia ficción, «Justicia auxiliar» de Ann Leckie y «El día antes de la revolución» de la propia Ursula K. Le Guin, y comentaba que no había color. La razón (abrumadora): que este último era un gran relato de ficción, más allá de que fuera o no de ciencia ficción. Y como me quedé con ganas de leer una novela más extensa de esta fantástica escritora muerta el año pasado, me puse con «La mano izquierda de la oscuridad».

Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto con un libro. La historia se desarrolla en el planeta Gueden —o Invierno por estar su superficie cubierta perpetuamente de nieve y hielo. Sus habitantes son andróginos y hermafroditas, no tienen un sexo definido y cualquiera de ellos puede ser un hombre en un ciclo y una mujer en el siguiente, cualquiera de ellos puede dar a luz y desarrollar uno u otro aparato sexual y este hecho le da un interesante y novedoso punto a la historia pues, al menos yo, nunca antes había visto una relación así entre dos personajes, uno de ellos un humano heterosexual de libro «excitado» siempre y el otro, un habitante del planeta Invierno con «celos» cíclicos, desarrollando así curiosas idas y venidas en sus tensiones sexuales. Los habitantes de Gueden tienen también un sofisticado sistema, el shifgredor, que vendría a ser como nuestro orgullo personal y capacidad de influir en otros, convirtiéndolos en grandes diplomáticos y en desconocedores de las guerras y las luchas grupales.

La historia no tiene un solo narrador, hay dos personajes principales y la trama es única, pero se intercala con cuentos y leyendas del propio Gueden/Invierno que ayudan a contextualizarla. Todo esto, además de las cuidadas y certeras descripciones de Le Guin la hacen poseedora de aquello tan necesario para que un libro se convierta en excelso y que tanto gustaría a Juan Rulfo: contar de una forma diferente una historia en un ambiente único en el que se desarrollen grandes personajes.

Por último no puedo dejar de nombrar el momento «viaje del héroe» propio de Joseph Campbell que con inevitables reminiscencias a «La esfinge de los hielos» de Verne o a «En las montañas de la locura» de Lovecraft es MARAVILLOSO.