Jón Kalman Stefánsson.
13° de mis #librosen2023. «La tristeza de los ángeles», escrito en 2009 por Jón Kalman Stefánsson y publicado por Ediciones Salamandra en esta edición de 2016.
Traducción de Elías Portela Fernández.
3.721 #páginasleídasen2023.
Hace unas semanas, paseando por el Barrio de las Letras de Madrid, di con una librería maravillosa. Se llama Crazy Mary, abrió en junio de 2021, y es, según ellos mismos, «un acogedor lugar de encuentro para los amantes de la literatura y de los libros impresos en papel». Entré a husmear, claro, y en un instante me sentí en casa. El espacio es un poco como un salón, las editoriales que tienen, estupendas, y con María, la librera, fue un placer hablar un ratito. Y cautivado por todo ello, me dejé recomendar a ciegas, porque si de alguien te puedes fiar en la literatura es de los libreros. Esta «Tristeza de los ángeles» es una gélida fantasía atemporal, un angustioso viaje de la mano de un cartero y un muchacho por el páramo helado que es Islandia, y pasan tantas cosas en sus 316 páginas que si entrase a detallarlas me quedaría sin aire. Porque la vida es infinita y lo que sentimos también, y las relaciones cuando son llevadas al extremo también. Y la escritura de Kalman Stefánsson, que te hace quedarte sin aire como a sus personajes, también. «La tristeza de los ángeles» es uno de los mejores libros que he leído, y dejadme que os hable del narrador. Se trata de un narrador que, presente en cada página, describe las penurias de los personajes bajando tanto al barro —o al hielo— que parece que tú también estás allí. Pero, además, reflexiona junto a ellos con un estilo literario pulcro y hermoso, y además, te hace sentir lo mismo que los protagonistas: su frío, su hambre, su amor, su deseo; su angustia cuando están al borde de la muerte. Es un narrador que transita entre los vivos y los muertos y entre este y el otro lado de las hojas del libro con impunidad, un narrador que no le concede nada al lector que se entrega. Si hubiese una cuarta pared en los libros, este narrador la atravesaría, si alguien pudiese narrar a una entidad superior qué es esto de sentir y de vivir, sería este narrador, si hubiese unos brazos en los que un lector se pudiese dejar caer con la fe ciega de la Epístola de los Hebreos, esos serían los de este narrador. Porque este narrador es un nosotros en conversación con los personajes, lo más cercano a la excelencia. Es la cima del Everest, la fosa de las Marianas.
Gracias, María. Gracias, Crazy Mary. Ya iré a agradeceros en persona el regalo y a comprar los otros dos libros que completan la «Trilogía del muchacho» del increíble Jón Kalman Stefánsson.